[Con intención de reactivar la economía y la marca España andamos en reformas. Disculpen si le desahuciamos, expropiamos o simplemente le jodemos. Mientras seguiremos hablando..]

17.1.10

A veces el que grita logra ser oído.

Ninguno va a descubrir ahora que en (muchas) ocasiones la información que obtenemos de los medios de comunicación es más publicitaria sobre su contenido que los propios anuncios que pueda haber en la página siguiente.

Un caso así aparece hoy en El País, en un artículo escrito por Milagros Pérez Oliva, defensora del lector, y en el que se cita en varias ocasiones a Enrique Gavilán, médico de familia y escritor en diversos blogs (saludyotrascosasdecomer, docenciaenplasencia y su blog personal), como uno de los "instigadores" del artículo publicado por la defensora del lector.

Copio aquí alguno de los párrafos que constituyen el artículo completo (para artículo completo pinchar AQUÍ)

¿Estaba justificado presentar este fármaco como un medicamento que marca "un antes y un después" o "una nueva era" en el tratamiento del dolor? Para aclararlo he consultado a los catedráticos Xavier Carner, presidente del Comité de Evaluación de Medicamentos de la Agencia Española del Medicamento, y a Rafael Maldonado, investigador de la Universidad Pompeu Fabra que trabaja para los Institutos Nacionales de Salud de EE UU. Ninguno de los dos considera que el fármaco sea una gran novedad. Ni siquiera el laboratorio que lo produce va tan lejos como Mayka Sánchez. En la nota de prensa con que lo presentó en junio afirma que "muestra una eficacia comparable a los opioides clásicos" aunque ofrece "un perfil de tolerabilidad más favorable". Y tampoco es una novedad: tiene el mismo mecanismo de acción que el tramadol, del mismo laboratorio.

[...]

Dada la suspicacia con que es recibida la información procedente de la industria, ésta se ha visto obligada a buscar formas indirectas y de mayor autoridad para vehicular su actividad. Para ello han creado fundaciones y plataformas teóricamente independientes y sin ánimo de lucro, integradas por académicos y especialistas, pero financiadas por la propia industria.

[...]

Todo ello está presente en este caso. El reportaje comienza describiendo el grave problema del dolor, basado en estudios financiados por la industria; presenta a continuación a la plataforma que va a luchar contra esta lacra, sin decir que está promovida y financiada por el laboratorio, y acaba informando de un fármaco que presenta como revolucionario, sin decir que es del mismo laboratorio. Para mayor abundamiento, el titular del reportaje coincide con el eslogan central de la campaña financiada por Grünenthal. Y ni siquiera es una información novedosa, pues la propia Mayka Sánchez había publicado tres meses antes el mismo tema en El País Semanal. Lo único nuevo era la referencia al fármaco. El reportaje cita el congreso de Lisboa pero no menciona que Mayka Sánchez viajo a la capital lusa invitada por el laboratorio. El Libro de Estilo de EL PAÍS establece al respecto: "El periódico, como norma general, no acepta invitaciones para elaborar informaciones. Las excepciones habrán de autorizarse expresamente por la Dirección. En las informaciones hechas tras aceptar una invitación, se hará constar que el viaje ha sido patrocinado".

1 comentario:

Técnico Docente UD Plasencia dijo...

Afortunadamente El País tiene mecanismos como éste del defensor del lector para contrarrestar estos excesos. Y afortunadamente también publica artículos como el citado en el post inmediatamente anterior a éste. Sólo hay periodistas buenos y malos, como médicos, arquitectos, carniceros, etc.
Gracias, Javi